El estrés crónico es un enemigo silencioso que debilita nuestro sistema inmunológico. Pero, ¿cómo afecta específicamente al cuerpo cuando se enfrenta a enfermedades como el chikungunya? En este artículo, exploraremos la relación entre el estrés y la respuesta inmunológica ante este virus, y te brindaremos herramientas para fortalecer tu sistema inmunológico y mejorar tu capacidad de recuperación.
El estrés crónico debilita tu sistema inmune de diferentes formas:
- Menor actividad de glóbulos blancos: El estrés reduce la eficacia de las células encargadas de combatir infecciones.
- Alteración hormonal: El cortisol, hormona del estrés, puede suprimir la respuesta inmunológica.
- Mayor susceptibilidad a enfermedades: Un sistema inmunológico debilitado te vuelve más vulnerable a infecciones como el chikungunya.
Aunque el chikungunya es principalmente transmitido por mosquitos y causado por el virus del chikungunya, el estado general del sistema inmunológico del individuo puede influir en la gravedad y duración de la infección.
El virus de Chikungunya
Este virus se transmite por medio de mosquitos, casi siempre Aedes (Stegomyia) aegypti o Aedes (Stegomyia) albopictus, que también pueden transmitir los virus del dengue y de Zika. Estos mosquitos, que pican principalmente de día, ponen huevos en todo recipiente o cavidad donde haya agua estancada. Ambas especies se alimentan al aire libre y Ae. Aegypti puede hacerlo también en interiores.
Un mosquito no infectado puede ingerir virus al alimentarse de la sangre de una persona en cuya sangre circule el patógeno. A continuación, los virus pasan varios días replicándose en el interior del mosquito y acaban llegando a las glándulas salivales, desde donde podrán transmitirse a un nuevo hospedador humano cuando el mosquito lo pique. El virus comienza a replicarse de nuevo en esta persona recién infectada hasta alcanzar elevadas concentraciones en sangre, momento en el cual puede infectar a nuevos mosquitos y perpetuar así el ciclo de transmisión.
Síntomas de la enfermedad llamada la fiebre de chikungunya
En pacientes sintomáticos presentan la fiebre que suele comenzar entre cuatro y ocho días después de la picadura de un mosquito infectado (intervalo que puede oscilar entre dos y 12 días). La enfermedad se caracteriza por la aparición súbita de fiebre, generalmente acompañada de fuertes dolores articulares, que suelen ser debilitantes y desaparecer en pocos días, aunque también pueden prolongarse durante semanas, meses o incluso años.
Otros signos y síntomas frecuentes son:
- inflamación de las articulaciones
- dolores musculares
- cefalea
- náuseas
- cansancio
- erupciones cutáneas.
El hecho de que estos síntomas coincidan con los de otras infecciones, sobre todo las causadas por los virus del dengue y de Zika, puede inducir un diagnóstico erróneo de los casos. En ausencia de dolores articulares de consideración, las personas infectadas presentan en general síntomas leves y la infección puede pasar inadvertida.
La mayoría de los pacientes se recuperan completamente de la infección, pero ocasionalmente se han descrito casos de complicaciones oculares, cardíacas o neurológicas a consecuencia de la infección por el virus chikungunya. Los pacientes de muy corta o de muy avanzada edad presentan mayor riesgo de sufrir un cuadro clínico grave. Los recién nacidos que resultan infectados durante el parto y las personas mayores con dolencias preexistentes pueden enfermar de gravedad, con lo que la fiebre chikungunya puede elevar el riesgo de muerte.
Según los datos científicos disponibles, es probable que las personas que se recuperan de la enfermedad queden inmunizadas frente a futuras infecciones.
Atención médica durante la enfermedad de la fiebre de chikunguya
La atención médica que debe darse al paciente consiste en combatir la fiebre y los dolores articulares con antipiréticos y analgésicos, administrar líquidos al enfermo y hacerle descansar. No existe ningún antivírico específico para tratar las infecciones por el virus chikungunya.
Para aliviar el dolor y hacer bajar la fiebre se recomienda utilizar fármacos como el paracetamol o antieméticos hasta que se descarte un eventual diagnóstico de dengue, pues en este último caso los antiinflamatorios no esteroideos pueden aumentar el riesgo de hemorragia.
El rol del sistema inmunitario para combatir los efectos de la enfermedad
En el caso específico del chikungunya, el estrés crónico puede empeorar la respuesta inmune y potencialmente complicar la enfermedad. El estrés prolongado puede debilitar la capacidad del sistema inmunológico para controlar la replicación del virus y desencadenar una respuesta inflamatoria excesiva, lo que puede conducir a una mayor gravedad de los síntomas y a complicaciones adicionales.
Es importante destacar que el estrés no es la única causa de complicaciones en una infección de chikungunya. Otros factores, como la edad, el estado de salud general y la respuesta inmunológica individual, también pueden influir en la gravedad de la enfermedad. Sin embargo, reducir el estrés y mantener un sistema inmunológico saludable pueden ayudar a mejorar la capacidad del cuerpo para combatir infecciones, incluyendo el chikungunya.
Es por ello que se ha visto que los pacientes de poca o de muy avanzada edad presentan mayor riesgo de sufrir un cuadro clínico grave. Los recién nacidos que resultan infectados durante el parto y las personas mayores con dolencias preexistentes por enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes u otras enfermedades cardíacas pueden enfermar de gravedad. E por ello que con la fiebre chikungunya pueden elevarse mucho el riesgo de muerte.
Mi mensaje final:
Practiquen actividades relajantes que puedan aumentar la función de su sistema inmunitario, disminuyendo el estrés.
Es importante hacer la prevención adecuada en todas las zonas endémicas en dónde el mosquito vive como por ejemplo eliminar aguas estancadas, protegerse de la picada de mosquitos usando por ejemplo repelentes y/o mosquiteros en puertas y ventanas. Durante los brotes de la enfermedad transmitida por el mosquito está la posibilidad de aplicar insecticidas, ya sea por vaporización, para matar a los mosquitos adultos en vuelo, o rociando la superficie y zonas contiguas de los recipientes con aguas y en los depósitos donde se posan los mosquitos.